CASA BLANCA
(frente del edificio, año 2002)
(frente del edificio, año 2013)
(vista del jardín desde el interior, año 2013)
Al llegar al departamento de Soriano, por ruta nacional No. 21, pasando la ciudad de Nueva Palmira hacia el norte, encontramos la playa de la Agraciada. En este rincón muchas veces olvidado del país, se encuentra un edificio centenario, algo en ruinas, monumento de un tiempo que permanece inmóvil. Presente solo en la memoria de quienes gustan seguir la historia, o de algunos nostálgicos caminantes. Conocida como la casa de don Domingo Ordoñana, o Casa Blanca, inicia su historia mucho tiempo antes.
A fines del siglo XVIII Manuel Gardeazabal había construido una capilla en estas tierras relativamente pobladas. Don Manuel tenía por entonces una casa y algunas viviendas edificadas sobre la costa del Uruguay. Allí se radicó con su familia, agregados y peones.
A estas personas les era imposible asistir los días festivos a cualquiera de las dos parroquias que había en aquellos lugares. Una estaba a siete leguas y había que pasar por arroyos y cañadas para llegar. La otra, más distante aún. Por eso funda en aquella su estancia un oratorio público. Se ofrece mantener las celebraciones del Santo Sacrificio de la misa.
El párroco de Las Víboras don Vicente Montes Carballo, visita el lugar para comprobar la aptitud de la edificación construida, para servir a los fines propuestos. El 4 de julio de 1797 realiza su informe al obispo Tubau y Sala, quien autoriza su funcionamiento. Poco más de un año y medio después, Gardeazabal fallece ahogado en aguas del río Uruguay, frente a su propia estancia. Es sepultado en la iglesia del Espinillo y luego en Buenos Aires. El campo es vendido en $ 8.700 a Antonio Villalba. La gente que allí vivía se traslada a distintos sitios. Se cierra el oratorio hasta que casi 90 años más tarde, otro vasco, don Domingo Ordoñana, lleva adelante la inquietud de construir una nueva capilla en un sitio cercano.
Pero ¿quién fue don Domingo Ordoñana? Un español nacido en Alava, Euskadi, en 1829, radicado en nuestro país desde 1842 con tan solo 13 años. Llegó solo, y se empleó en una casa de comercio de la ciudad de Montevideo. Quedó bajo la protección de su tío Juan Antonio Porrúa. Se le recuerda como hacendado y político de notable influencia en nuestra vida nacional. Durante el sitio grande, perteneció al gobierno de la Defensa de Montevideo, más tarde desertó e integró las fuerzas sitiadoras de Manuel Oribe. Es herido gravemente, luego de un tiempo comienza a actuar como enfermero, llegando a ser encargado de sanidad del ejército sitiador. Pasó el final de la guerra junto al gobierno del Cerrito. Pero no se sentía bien, con tanta barbarie reinante. Así, al finalizar la batalla de India Muerta en 1845, se radica en Buenos Aires, allí se recibe de médico. Profesión que jamás ejerció. En 1860 regresa a Uruguay. Junto a su tío, compran campos en el departamento de Soriano, en poco tiempo logra fortuna.
Era un hombre de campo e intelectual. Preocupado por la cruel situación de la campaña, comienza a dirigir un movimiento de hacendados para presionar a los gobiernos, a fin de que asegurasen el respeto a la propiedad privada y la seguridad de las personas que se veía constantemente amenazada por los matreros. El 3 de octubre de 1871 fundó la Asociación Rural del Uruguay, asumiendo su presidencia. Fue líder indiscutido de los productores, colaborando siempre con la causa. Como miembro de la comisión redactora del Código Rural, permitió el alambramiento de los campos y la policía para la campaña. También como empresario rural procuró el mejoramiento de las razas bovinas y ovinas, el enriquecimiento de la forestación. Mejorando y modernizando además las técnicas de trabajo.
Son conocidos sus trabajos literarios sobre temas históricos y sus conferencias relacionadas a temas sociales y económicos. En 1863 convoca a los sobrevivientes del Desembarco de 1825. Un acta labrada el 19 de abril de ese año, establece que el motivo de la reunión era el de fijar el sitio exacto en que desembarcaron. Seguidamente Ordoñana, ordena la construcción de un monumento en el lugar preciso de la gesta.
Durante los años 1875 y 1878 vivió en esta casa, invitado por don Domingo, el pintor de la Patria , Juan Manuel Blanes. Blanes ha sido el más sobresaliente pintor de temas históricos del río de la Plata. Disposición artística que obtuvo de su formación académica, totalmente opuesta a lo renovador y liberal. Esta modalidad le hizo incurrir en reconstrucciones exactas de detalles y situaciones pasadas, siempre con una exactitud científica. Por eso se radica en nuestro departamento acompañado por su amigo y académico José Arrechavaleta.
En este paraje de la Graseada o Agraciada, procura obtener datos concretos del lugar de desembarco de los hombres de Lavalleja. Se compenetró de tal forma con el lugar, con el hecho, que llegó a expresar: “…ellos me han transportado muchas veces y confieso que los habría seguido”. Cuando Blanes expuso el cuadro en su propio taller, cientos de personas desfilaron por más de un mes, dejando presentes simbólicos. Se cuenta que durante el primer día, los visitantes debían abonar cuatro centésimos a beneficio de los pobres de la Sociedad San Vicente de Paul. A cambio recibían una bolsita con arena de la playa de la Agraciada , donde se había efectuado el glorioso desembarco de abril de 1825.
En la actualidad, el casco de la estancia es monumento histórico, pero para llegar a él hay que adivinar la inscripción de un cartel que se encuentra antes de ingresar a la playa de la Agraciada. En este lugar se dobla a la derecha y luego de algunas cuadras hay una escalera. Si usted es intrépido o muy curioso descenderá del vehículo para investigar si es ese, el sitio buscado. La escalera tiene una placa con la inscripción “Escalera diseñada y construida por el señor Boris Nedeff en 1932” . Nada indica que allí está la casa, pues el camino continúa. Y cuando por fin descubrimos la casa y accedemos a ella, caminando algunos cientos de metros, solo hay dos placas en un edificio que parece abandonado. Llegó a estar decorado por graffitis poco decentes en su interior. La placa superior dice:” Domingo Ordoñana estanciero progresista, cultor de las glorias nacionales, perpetró en estas playas la heroica gesta emancipadora “. Y la segunda: “Juan Manuel Blanes pintor de la Patria , vivió en esta casa, se inspiró en el paisaje para inmortalizar el juramento de los Treinta y Tres Orientales”.
Ahora bien, con respecto al señor Nedeff, solo sabemos que era un vecino, colono de la zona. Inmigrante y progresista. Cuentan quienes lo conocieron, que para el riego de sus tierras había ideado un sistema, con una bomba y su tractor. Pese a sus escasos recursos, él lograba mediante la canalización de los campos, la distribución del agua para sus cultivos. Cuando falleció fue sepultado en la necrópilis de Nueva Palmira.
(parte posterior del edificio principal, año 2002)
(edificio adjunto destinado al personal, año 2002)
(bomba de mano, para extracción de agua, que utilizaba
Don Domingo Ordoñana, imagen del año 2002)
Chrysthel Schwegler Cabuto